lunes, 28 de mayo de 2012

Los epígonos de Enrique Krauze

Para quien haya leído la edición número 1855 de la revista Proceso del 20 de mayo de 2012, puede encontrar un deplorable y triste intento de linchamiento mediático en contra de Carlos Fuentes, firmado por Judith Amador Tello. Desde luego que no es la primera vez que una revista o un periódico se enfrasca en este tipo de notas (nadie que trabaje en los medios puede ignorar hoy día el poder que estos tienen para destruir vidas y reputaciones). Pero en vida, el personaje público denostado tiene la posibilidad de escoger entre el desdén por la crítica a su persona, o responder a la nota. Pero ahora que Fuentes ha fallecido, los artículos en cuestión suenan a ajustes de cuentas de quién sabe qué mente trasnochada agazapada detrás de la publicación; y lo que es peor, según reza el dicho popular, esto no es más que hacer leña del árbol caído. ¿Qué es lo que pretende la articulista? Hijo póstumo de Excélsior, tal vez Proceso y su "plantilla" no le perdonan a Fuentes que haya defendido a Echeverría del golpe que este le propinó a ese periódico el 8 de julio de 1976. No digo que no sea cierto lo que se escribe en los artículos, pero, evidentemente, hay una intención oculta que puede confundir a los más desprevenidos y menos informados. Pareciera que al sentido común y a la ética periodística de J. A. Tello se le escaparon los cuervos de quién sabe de cuál de sus pesadillas. Uno pensaría que después de la vieja estocada asestada por Enrique Krauze en contra del reciente escritor fallecido (quien inteligentemente hizo caso omiso del lacayo colaborador de Vuelta), y que provocó la enemistad entre Octavio Paz y el autor de La región más transparente, no podía darse más bajeza y más mala leche. Pero en México, eventos como estos no deberían sorprendernos. Claro que no desdigo del pro-echeverrismo de Fuentes ni de su casi constante actitud veleidosa con los regímenes políticos de su tiempo. Pero este texto reporteril habla sólo del hombre contradictorio y voluble, del consejero político, del camaleón inteligente y versátil que era; y si J.C. Onetti lo llamó "proteico", es porque el uruguayo no sólo era su contraparte (el espejo donde no podía reconocerse dado su contexto político), sino tal vez porque lo conocía bien y, a diferencia de él, el mexicano no había sufrido (no tanto) algo parecido a la atroz dictadura que padeció el autor de Juntacadáveres y El astillero. El artículo no habla, sin embargo, del escritor, del novelista, del ensayista incisivo, brillante y conocedor de su tiempo. El hecho es que no se puede hablar de él de esa manera, como si fuera el único de su tipo; la historia registra, y no estoy justificándolo, casos similares o peores: Ezra Pound mantenía correspondencia amistosa con Mussolini; Carl Orff simpatizaba con Hitler; Heidegger era discreto y sumiso ante la brutalidad nazi; Borges -nuestro Jorge Luis Borges, tan universal- tenía seguramente sus profundas razones para contemporizar con Pinochet; García Márquez, uno de los cientos de escritores seducidos por la Revolución cubana visitaba, se sacaba fotos y gustaba de mostrarse en público con Fidel Castro (hasta le dio a leer, por lo menos, el original a máquina de El otoño del patriarca), todo esto, en una época en que el líder cubano no era todavía vapuleado por los garzonistas y el aura santurrona e hipócrita de las democracias modernas del nuevo siglo; o, por ejemplo, ¿Desmerece la obra de Vargas Llosa por sus opiniones políticas controversialmente reaccionarias, durante su postulación fallida a la presidencia de su país?
     ¿Cuánto daño social hicieron las declaraciones de Fuentes, si es que lo hubo? Todavía no lo sabemos. Pero habría que pedirle a J.A. Tello, con todo respeto, desde luego, que no se confunda: Carlos Fuentes es más grande que sus veleidades, sus errores políticos juntos  y sus defectos de carácter; y no hay que olvidar que su obra, que finalmente es lo que importa, está más allá de toda duda moral, inalterable en su esencia y su naturaleza.
alberti54
(el bloggero de Paspartú)

No hay comentarios:

Publicar un comentario